7.28.2014

Colombia, aun en el atraso laboral y social

La clase media sigue jalonando la economía colombiana y hasta ya se habla de diversos tipos de esta clase social. Sin embargo, hay quienes piensan que en Colombia o se es rico, o se es pobre. Se sigue presentando desigualdad en los ingresos. Este gobierno arrancó con un panorama bastante difícil: la economía apenas creciendo, un 17 por ciento de desempleo y una suma de viejas políticas que hicieron el empleo muy costoso. Crecimos, pero no logramos bajar el desempleo a menos de dos dígitos y se crearon muchos más empleos informales que formales.
En años prósperos del nuevo siglo, entre 2003 y 2008, Colombia creció como hace tiempo no se veía: en promedio el 5,5 por ciento del PIB cada año, y superó en desempeño a Brasil, Chile y México. Sin embargo, mientras para varios de los países de América Latina este tiempo de vacas gordas significó que muchos de sus habitantes salieron de la pobreza y la indigencia y consiguieron un empleo decente, en Colombia, el florecimiento de la confianza inversionista no nos sacó del club de los pobres.
Así, una nación enorme como Brasil pudo en esos años rescatar de la pobreza a 40 millones de personas. Y Perú, donde uno de cada cuatro habitantes pasaba hambre en 2001, consiguió reducir la indigencia a la mitad. Incluso Venezuela, a pesar de la polarización política, redujo sus pobres y sus indigentes a la mitad y Ecuador bajó los primeros en 10 por ciento.
El estudio parte que de los 45 millones de habitantes de Colombia, hay unos 13,8 millones de ciudadanos con recursos de clase media, 16,5 millones que devengan menos que estos y 1,38 millones de ricos. Se concluye entonces que 13,32 millones de colombianos no aparecen en las estadísticas porque pertenecen al sector informal, viven en la extrema pobreza o en la indigencia. La política de Uribe de confianza inversionista consistió en otorgarles exenciones a las empresas para que se animaran a invertir y a crecer y, la más protuberante, otorgó una deducción de impuestos del 40 por ciento de la inversión de capital productivo. Trabajo caro y capital barato hicieron que los empresarios reemplazaran a muchos de sus empleados por máquinas. Es decir, cambiaron la señora de los tintos por una cafetera, y al señor del parqueadero por una palanca automática; de ahí que combinar impuestos a la nómina y exenciones tributarias al uso del capital, crea una estructura desfavorable para la generación de empleo formal.
Así, un pequeño empresario colombiano preferirá no vincular a sus empleados porque le sale más barata la nómina y ellos consiguen subsidios del gobierno. Se pudo establecer, hay tres millones de trabajadores cuyos patrones no pagan la seguridad social. “Así un sistema de salud diseñado para tener más trabajadores cotizando, y menos subsidiados, terminó al revés y se volvió insostenible”.
Los gobiernos colombianos han sido más amigos de dejarle la creación de empleo al mercado y les ha faltado ser proactivos en impulsar políticas audaces de empleo, como lo ha hecho Brasil, por ejemplo.
En Colombia, sólo hasta hace poco se empezó a desarrollar una tímida política de empleo y generación de ingresos, que no tiene el peso que debería en un país con un desempleo que se niega tercamente a bajar y un alto empleo informal.
El Presidente Juan Manuel Santos, en su segundo periodo constitucional y por elección popular, tiene que diseñar una política audaz si quiere sacar a Colombia del atraso social en que se encuentra. Bajar la pobreza a cifras de un dígito como lo hicieron Chile o Brasil y salirse definitivamente de la vergonzosa lista de los países más desiguales del mundo, requiere mucho más que eficaces programas que le alivian la miseria a la gente, pero que poco ayudan a sacarla para siempre de la pobreza. Se trata de construir sobre lo ya hecho, y hacer de la generación de empleo formal y la redistribución de la riqueza un propósito nacional.