6.16.2010

Protección de las fuentes de agua natural en las manos del hombre

El hombre debe disponer de agua natural y limpia para proteger su salud. El agua se considera contaminada cuando su composición o estado no reúne las condiciones requeridas para los usos a los que se hubiera destinado en su estado natural, en condiciones normales disminuye la posibilidad de contraer enfermedades como el cólera, la fiebre tifoidea, la disentería y las enfermedades diarreicas; esta última es la principal causa de mortalidad de los niños de 1 a 4 años. El crecimiento de la industrialización, de la urbanización y de la población humana acrecienta los problemas de contaminación y en consecuencia el suministro de agua potable y el tratamiento de las aguas cloacales.
El agua es el elemento vital para la alimentación, higiene y actividades del ser humano, la agricultura y la industria. Por eso, las exigencias higiénicas son más rigurosas con respecto a las aguas destinadas al consumo de la población, exigencias que están siendo cada vez menos satisfechas por su contaminación, lo que reduce la cantidad y calidad del agua disponible, como también sus fuentes naturales.
Los ríos y lagos se contaminan porque en ellos son vertidos los productos de desecho de las áreas urbanas y de las industrias. El agua potable, para que pueda ser utilizada para fines alimenticios debe estar totalmente limpia, ser insípida, inodora e incolora y tener una temperatura aproximada de 15ºC; no debe contener bacterias, virus, parásitos u otros gérmenes que provoquen enfermedades, además, el agua potable no debe exceder en cantidades de sustancias minerales mayores de los límites establecidos.
El agua que nos proporciona, en sus distintas formas, la naturaleza, no reúne los requisitos por ser consumida por el ser humano debido a la contaminación. Para lograr la calidad de agua potable se realiza destilación u otros procesos de purificación.
Un proceso de tratamiento de las aguas residuales que suele usarse para los residuos domésticos es la fosa séptica: una fosa de cemento, bloques de ladrillo o metal en la que sedimentan los sólidos y asciende la materia flotante. El líquido aclarado en parte fluye por una salida sumergida hasta zanjas subterráneas llenas de rocas a través de las cuales puede fluir y filtrarse en la tierra, donde se oxida aeróbicamente. La materia flotante y los sólidos depositados pueden conservarse entre seis meses y varios años, durante los cuales se descomponen aeróbicamente.
Las aguas residuales contienen residuos procedentes de las ciudades y fábricas. Es necesario tratarlos antes de enterrarlos o devolverlos a los sistemas hídricos locales. En una depuradora, los residuos atraviesan una serie de cedazos, cámaras y procesos químicos para reducir su volumen y toxicidad. Las tres fases del tratamiento son la primaria, la secundaria y la terciaria. En la primaria, se elimina un gran porcentaje de sólidos en suspensión y materia inorgánica. En la secundaria se trata de reducir el contenido en materia orgánica acelerando los procesos biológicos naturales. La terciaria es necesaria cuando el agua va a ser reutilizada; elimina un 99% de los sólidos y además se emplean varios procesos químicos para garantizar que el agua esté tan libre de impurezas como sea posible.

6.08.2010

Globalización, crecimiento económico o salvar el planeta

Hoy se habla que la economía está en crisis, que se frenó su crecimiento, que se necesita tener unos porcentajes de incremento del Producto Interno Bruto (PIB) para que la economía se normalice. Pero por otro lado se dice que el planeta no soporta más el ritmo de explotación irracional de los recursos que hay en él.
La conciencia sobre el daño que ha causado esta “lógica” del capitalismo no ha logrado frenar la irracionalidad, sobre todo de los países que controlan el poder mundial, encabezados por los Estados Unidos.
Pese a lo anterior, se han originado importantes reflexiones que alertan a la humanidad y claman con urgencia un cambio de fondo a la sinrazón del capitalismo, que ponga fin a la civilización depredadora en que vivimos.
La actual crisis económica ha traspasado sus barreras y hoy se manifiesta también en una grave crisis ecológica y de recursos naturales. Se ha alterado la capacidad de reproducción natural de ellos y no pueden hacerlo al mismo ritmo de derroche que el capitalismo lo exige. El estilo de vida que ha impuesto el imperio del norte y el capitalismo neoliberal es imposible hoy, pues el 20 % de la población que habita el Norte, consume más del 80 % de los recursos del planeta, y si seguimos así en unas pocas décadas vamos a necesitar más de 5 planetas iguales a la Tierra.
Estudios recientes de instituciones internacionales señalan que la mitad del mundo es vulnerable a la inestabilidad social y a la violencia debido al aumento de los precios de los alimentos y la energía; a la desertificación de las tierras, al agotamiento de las fuentes de aguas y a la reducción de su suministro.
La reducción mundial de los inventarios de petróleo ha disparado la producción de agro combustibles, afectando sensiblemente el uso de la tierra para producción de alimentos e incrementando significativamente el precio de éstos, y conduciendo por tanto las grandes mayorías a padecer hambre.
Las economías emergentes de China y la India, que si bien se muestran como gestoras de una nueva configuración de poder mundial, quizá proclives al multilateralismo en las relaciones internacionales, no logran generar una nueva “lógica” productiva. Su crecimiento económico viene haciéndose sobre la base de unos patrones de consumo occidental para atender las demandas de un incremento significativo de una clase media, donde la masificación de los automóviles elevan las emisiones de efecto invernadero, que terminarán de acelerar los procesos de calentamiento global.
Como podemos ver, estos países que se muestran como los que irán desplazando el poder económico estadounidense, reproducen su modelo productivo y aceleran el cambio climático.
La misma lógica del “socialismo real”, donde se consideraba que los recursos naturales eran inagotables y donde las fuerzas productivas podían crecer hasta el infinito, hoy también se cuestionan. Hoy, se requiere un nuevo modelo civilizatorio, que coloque el interés de la vida sobre la tierra y la estabilidad de la humanidad en el centro de las prioridades. No puede seguirse pensando en los parámetros capitalistas para medir la economía, hoy el PIB, no es un instrumento objetivo para medir la sanidad de ella, pues para que el planeta sea habitable se requiere no seguir creciendo económicamente como se viene haciendo. La única manera de seguir existiendo la humanidad es que ella tome otro rumbo.