2.28.2012

Robo de identidad para fraudes afecta a cuatro millones de personas


La Dian denunció que con el RUT están usando el nombre de los inscritos al sistema para crear empresas ficticias, realizar compras falsas y todo tipo de irregularidades. Las sanciones podrían ser hasta de 20 años de cárcel. El Gobierno busca poner en cintura a las fundaciones que se usan para evadir impuestos. 
En el RUT hay registradas siete millones de personas, pero de éstos la mitad se están prestando para cometer fraudes, según lo denunció la Dian. El aspecto más grave es que las personas nunca se enteran de estos movimientos y de cómo están usando sus nombres para cometer delitos, quedan con registros de ingresos millonarios que no recibieron y en las que están involucradas con organizaciones criminales. 
La Directora de Fiscalización, Claudia Rincón, aseguró que han detectado que a la gente le están pagando $50.000 por usar su registro en el RUT, “La gente no tiene la conciencia de que inscribirse al Sistema Tributario de la Dian, entregar el RUT a otra persona significa que su identidad será usada para generar costos y gastos para una empresa que va a cometer ilícitos. 
En Bucaramanga se detectó el caso de unos estudiantes que por entregar el registro, los delincuentes realizaron todas las exportaciones ficticias de oro y ellos son los que tienen que pagar las consecuencias y sanciones penales, que podrían ir hasta 20 años de cárcel. 
En Barranquilla han detectado casos de una vendedora ambulante y de un señor que vende minutos, que tiene procesos judiciales por haber “vendido” su identidad por $20.000. 
A futuro se espera que en Colombia exista un sistema que permita contrastar todos los ingresos de la gente con sus gastos. Cuando estuvo en auge DMG la Dian detectó que más de 500.000 personas se registraron en el RUT, por lo que es posible que se haya usado el nombre de esos afiliados para cometer irregularidades. 
Las fundaciones se registran para actividades sin ánimo de lucro, pero se han detectado algunas que tienen actividades comerciales. “Estamos trabajando con las fundaciones más importantes del país que actúan bajo toda la legalidad pero hay muchas personas que tienen registradas fundaciones que se prestan para otras actividades. Una de las casas más bonitas de Bogotá de $7.000 millones hace parte de una fundación de las Islas Vírgenes, como no tiene actividad en Colombia no es sujeto a pagar impuesto a la renta y por ende no paga patrimonio, que sería de $420 millones”, explicó Juan Ricardo Ortega. 
Para reducir esta situación se está estudiando un cambio para que los nombres de los dueños de estas fundaciones sean públicos, porque hoy en día por reserva tributaria hay una especie de “protección” a los tramposos. 
Uno de los problemas es la enorme facilidad para registrar fundaciones, mientras que en Estados Unidos los trámites son complejos porque se debe demostrar específicamente cómo se van a realizar los gastos, los recursos de la Junta Directiva y la idoneidad de sus miembros y su plan de inversiones de los próximos años. “Se está trabajando en una reforma que permita diferenciar los buenos de los malos. 

2.14.2012

Los padres tenemos una responsabilidad que es un regalo


Quiero comenzar este artículo recordando la tranquilidad que me proporcionó escuchar, hace ya algunos años, las palabras de un antiguo profesor. Decía, en el contexto de una conferencia dirigida a los padres del colegio donde estudiaba, que ya en la época antigua de romanos y griegos, la sociedad se planteaba con preocupación qué hacer con unos jóvenes que estaban perdiendo los valores y que vivían en tiempos de decadencia. Así pues, nos quería transmitir que muchas de las inquietudes que en la actualidad preocupan a las familias no son nuevas y que son intrínsecas, de alguna manera, al ser humano. El motivo es sencillo, me di cuenta de que mis ilusiones de principiante no iban a enfrentarse con dificultades que no hubieran sido superadas por muchos iniciados como yo a lo largo de la Historia.
 Ahora, con el paso de los años, recuerdo también una conversación con el mismo profesor que antes mencionaba. Charlábamos sobre algunos problemas surgidos con algún alumno y en un momento determinado él me comentó: “la educación es cuestión de sentido común”. Y yo quise añadir el tópico ese de, “el sentido común no es el más común de los sentidos”. Desde entonces, he considerado que un buen objetivo en mi tarea como padre podría ser intentar extender todo lo posible ese sentido común. En cualquier caso, cuando se habla con familias de muy diverso tipo y condición, uno se da cuenta de que todas coinciden bastante en qué es lo que quieren proporcionar a sus hijos. Es raro encontrar a alguien que no quiera que sean buenas personas, que sean felices, que tengan salud y bienestar, la propia educación es la gran batalla, a poco que reflexionemos sobre cómo podemos lograr hacer realidad en nuestros hijos muchos de esos deseos, nos damos cuenta de que, poco a poco, vamos renunciando a aspectos tal vez superficiales para quedarnos con lo que realmente nos parece importante, proporcionar una buena educación es el mejor legado que podemos ofrecer a nuestros descendientes. Y si vamos poco más allá, percibimos, casi intuitivamente, que lo que consideramos una buena educación se sustenta en la transmisión de unos valores que nos permitan crecer humana, espiritual, personal y socialmente. Nos damos cuenta también, de que esos valores que anhelamos son el objeto de muchas de nuestras batallas personales en aras de nuestro propio crecimiento interior. Si echamos mano del sentido común, habremos de coincidir en que la educación de nuestros hijos tiene mucho que ver con nuestra propia educación, pero no sólo remitiéndonos a la recibida en nuestra niñez y juventud, si no con la educación, como proceso siempre inacabado, de la que cada uno de nosotros somos responsables. Un ejemplo puede ayudarme a expresar mejor lo que quiero decir: para lograr mejores profesionales es evidente que el reciclaje continuo y la autoformación son irrenunciables. Sin embargo, a veces, parece que nuestra formación para ejercer como padres estuviera ya completa desde el momento de serlo. Nada más alejado de la realidad, porque el nacimiento de un bebé sitúa a sus padres en el comienzo de una nueva etapa para la que nunca estamos suficientemente preparados. No lo estaban los romanos, no lo estaban los griegos, no lo estamos nosotros ni lo estarán las generaciones venideras. El valor de ser responsables, ser padres nos exige la responsabilidad de ser cada vez mejores personas y en nuestras manos está poner todos los medios posibles para lograrlo, sabiendo que nuestros errores deberán convertirse en oportunidades de mejorar y de mostrar a nuestros hijos el valor del esfuerzo y la bondad del propio proceso imperfecto de enriquecimiento personal. Transmitir valores no es sólo proporcionar teorías sino procurar poner en práctica virtudes que nuestros hijos perciban como deseables porque, en definitiva, tener o no tener no es lo importante, y sí lo es ser de una manera u otra. A medida que los hijos crezcan deberemos transmitirles también la idea de que, desde su libertad, son ellos los que decidirán, con su forma de pensar y actuar, el tipo de personas que quieren ser y que serán. Los padres tenemos una responsabilidad que es un regalo y, en la sociedad en la que nos desenvolvemos, es un regalo que podemos compartir. Lo podemos compartir, en primer lugar, con quien hemos querido formar nuestra familia. En segundo lugar, lo podemos compartir con los centros educativos que escogemos para nuestros hijos. Por eso, podemos y debemos también reclamar y estar abiertos a que los profesionales de la enseñanza colaboren en nuestra propia formación para educar a nuestros hijos. Por último, igualmente lo podemos compartir con el conjunto de la sociedad. Pero nunca hay que olvidar que el regalo es para los padres y, sobre todo, que es un regalo de sus propios hijos. ¿Descuidaríamos un regalo que viene de ellos?.

2.01.2012

Evitar la deserción escolar es asunto de todos, no solo de los gobernantes


La deserción escolar es un fenómeno complejo que deriva de múltiples causas. Algunas veces se piensa que estos problemas se van a resolver si hay una adecuada política de gobierno; sin embargo, se requiere la convergencia de muchos actores, como los jóvenes, familias, escuelas y autoridades locales, para desarrollar acciones concretas y enfrentar el problema de la deserción.
La deserción del sistema educativo no sólo perjudica a los escolares y a sus familias, sino también a todo el país, porque se restringen las posibilidades de desarrollo social y las que están en directa relación con el capital humano. Es clara la relación entre el nivel educativo y las oportunidades de progreso de las personas. Así, dejar la escuela para acceder a empleos informales, que suelen tener jornadas excesivas y precarias condiciones laborales, perpetúa el círculo de la pobreza.
Son varias las causas que explican la inasistencia a la escuela. Las más comunes se ubican en las restricciones de demanda. Un alto porcentaje de los jóvenes en el decil de ingresos más bajo (más pobres) no asiste a la escuela.  Esa inasistencia se explica por la falta de recursos, la necesidad de trabajar, falta de tiempo o falta de interés, y la falta de cupos originada, en parte, por el flujo de estudiantes del sector privado al público debido a la crisis económica de finales de la última década.  En el decil más alto las causas de inasistencia pueden relacionarse con fenómenos como la falta de interés o motivación, así como por la incidencia de otros problemas de índole sociocultural y de salud como el alcoholismo y la drogadicción.
De lo anterior, se observa que entre las principales causas de deserción están los factores económicos, el desempeño escolar, factores socioculturales, así como los factores endógenos al sistema escolar.  A esto se le suman los problemas relacionados con la asequibilidad, la accesibilidad, la aceptabilidad y la adaptabilidad, derivados de la institucionalidad del mismo.
La asequibilidad se refiere a la disponibilidad de cupos e infraestructura física y docente suficientes.  La aceptabilidad se relaciona con aspectos como la garantía de calidad o por lo menos algunos topes mínimos de desarrollo de las capacidades básicas, con el fin de que la educación trascienda de la simple obtención de un certificado a la adquisición de saberes y habilidades para la realización humana.
La adaptabilidad se relaciona con la permanencia de los niños en el sistema educativo, de tal forma que éste se adapte a las necesidades del niño y no al contrario.  Sin embargo, en
Colombia los esquemas de prestación de este servicio son rígidos.
Por su parte, la accesibilidad está referida a la eliminación de cualquier tipo de discriminación y a la promoción del acceso al sistema por parte de niños de grupos vulnerables.  Adicionalmente, debe garantizarse el acceso en términos de distancia, es decir, que el tiempo de desplazamiento no influya sobre la decisión del estudiante de asistir o no a la escuela.  Por último, debe incluir, más allá de la gratuidad en la prestación del servicio educativo, la dotación de material didáctico y la financiación del costo de oportunidad de los niños que dejan de participar en la generación de ingresos de los hogares.
En varios estudios realizados recientemente se reafirma que esta problemática no sólo tiene implicaciones en el nivel de ingresos, sino que también se asocia a dinámicas de exclusión y desintegración social, como el desempleo, la falta de participación, el desplazamiento forzado, la drogadicción e incluso las conductas delictivas.
En este orden de ideas, los factores asociados a la deserción escolar se pueden agrupar en tres grandes categorías. La primera contiene las variables relacionadas con la institucionalidad en la prestación del servicio educativo.  La segunda involucra las variables relacionadas con factores pedagógicos y propios de la docencia y la tercera se relaciona con el entorno socioeconómico y de salud de los estudiantes.