3.28.2016

Cambia la materia prima y se enriquece el sentido cristiano

Pero ¿necesariamente esta entusiasta actitud de fe debe hacerse con los ramos fabricados con palma de cera, palma de vino u otro tipo de palma silvestre? Tal vez no. En primer lugar, porque la ecología y otras ciencias ambientales nos han alertado sobre los impactos que causa en los ecosistemas el hecho de utilizar masivamente estos materiales para elaborar los ramos. La legislación ambiental considera el uso de estas especies como un delito No excarcelable que da prisión entre 4 y 8 años. Se han preguntado ¿Por qué tan grave se considera este mal acto cívico?; Es que el mundo va cambiando, ya no es el de antes. Cuando nuestros abuelos celebraban con ramos de palma de cera el inicio de la Semana Santa, éramos menos habitantes, había más palmas y no teníamos a mano tantos datos científicos sobre la “huella ecológica” que estamos dejando con nuestro comportamiento muchas veces consumista y depredador motivado por un aberrante afán de lucro que pone en riesgo la vida de muchas personas.
Además, si se revisa históricamente de qué manera se ha celebrado el “Domingo de Ramos”, notaremos que también la Iglesia se ha adaptado a los “signos de los tiempos”. Igualmente en cada continente, en cada país o en cada región se utilizan materiales propios, sin que sea una condición que la celebración de la fe esté asociada a un tipo de materia prima.
Aún más, al ir a la fuente de los relatos del Evangelio, las indagaciones bíblicas corroboran que el sentido de los ramos sólo se entiende desde una mirada pascual. Los evangelios sinópticos narran que Jesús entró a Jerusalén y las personas lo alababan gritando “!Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Una frase tomada del Salmo 118, 26 y referida a un cántico procesional de acción de gracias. En ese mismo salmo, el versículo 27 invita a ir en procesión con “ramos en mano” como gesto triunfal y de confianza en Dios.
La comunidad de Marcos describe que muchos usaron “mantos” y “follaje cortado de los campos” (Mc 11, 8) para alabar al Mesías. El Evangelio de Mateo, también habla de “mantos” y “ramas de los árboles” (Mt 21, 8) que la gente tendía sobre el camino. Para Lucas, sólo se utilizaron mantos (o capas) y omite el uso de las ramas (cfr. Lc 19, 36). Si siguiéramos el Evangelio de Lucas, ¡no existiría domingo de “Ramos”!
El Evangelio de Juan narra que el gentío utilizó “ramas de palmera” (Jn 12,13) posiblemente replicando la procesión victoriosa que el Primer Libro de los Macabeos relata y en la que se utiliza “ramos de palma” (1 M 13,51) junto a instrumentos musicales y cantos de la época. Tal palmera, al parecer es una palma datilera, propia de la región de Palestina, que, por su forma, recordaba el ave fénix y por tanto, era símbolo de victoria, de un renacimiento triunfal.
Además, una revisión de imágenes sobre el tipo de elementos utilizados en las procesiones del Domingo de Ramos en Jerusalén o en el Vaticano, o varios lugares de Colombia u otros países del mundo, indica que la intención principal es aclamar al Mesías, haciendo uso de los recursos de la región y expresando artísticamente con lo mejor de la cultura nativa, esa confianza en el Salvador.
De hecho, los estudios sociológicos que se han hecho en el altiplano cundiboyacense, señalan que el ramo es considerado un objeto sagrado que se usa para proteger los cultivos y las casas, bendecir a las personas enfermas y espantar las malas energías.
En la medida que el cristianismo se fue arraigando en nuestro país, los artesanos ingeniaron maneras de tejer las hojas de palma y surgieron los ramos que tanta belleza le dan a la celebración litúrgica. El profundo sentido del Domingo de Ramos no entra en cuestión, lo que se plantea es una manera alternativa de alabar a Dios sin destruir su creación. Antes éramos menos seres humanos y había más oferta de la naturaleza, lo que permitía no agotar la biodiversidad o al menos, dar tiempo a que se restaurara. Hoy la explosión demográfica y la reducción de especies, nos plantea un serio dilema que se torna mucho más complejo cuando comprendemos que cada especie tiene una interconexión en el ecosistema y que maneja sus ritmos y tiempos.