11.04.2014

Para lograr la paz en Colombia hay que replantear el discurso

Hablan de paz, ¿qué es paz? Llaman paz a eso de que haya un pequeño grupo de ricos y clase dirigente dándose la mejor vida, en un país seguro y tranquilo, mientras la gran mayoría de colombianos están sumidos en la exclusión, la humillación, el abandono, el ostracismo, pero deban permanecer sumisos? A eso llaman paz, pues no cuenten con eso, si esa es la paz que están buscando, les pronóstico desde ya que aquí no habrá paz. La clase dirigente, los ricos y los intelectuales de Colombia deben convencerse que la gente ya no come cuento, la gente no confía, esto es un asunto de intereses.
¿Llaman a paz, a eso de que ciertos grupos sociales y raciales no pueden acceder a los altos cargos del Estado, por la discriminación institucional, y estos deban permanecer sumisos?, ¿llaman paz a eso de que los de arriba estén pisoteando a los de abajo y hundiéndolos más al olvido y la vida paupérrima?; pues les notifico que no habrá tal estado, porque en Colombia parecen haberse leído la frase de Sansón, en los últimos momentos de su vida, “Muera yo y los Filisteos”, ¿y quiénes eran los filisteos?, pues los que oprimían a Israel, los humillaban, los burlaban y los esclavizaban, pues tal parece que en Colombia se ha levantado un imaginario colectivo (muy perverso por cierto), en donde los de abajo han jurado, a lo mucho hundirse con los de arriba, o mejoran las condiciones para uno o nos hundimos todos. 
Aquí habrá terrorismo (como llaman ahora a todo comportamiento de rebelión y protesta) hasta el fin de los días, eso de cambiar las cosas vía sometimiento, eso de cambiar las cosas vía legislación, son sólo buenos intentos. Hasta que no se logre poner a acuerdo la voluntad de la nación en torno a un sentimiento de equidad y dignidad humana de todos los colombianos, y que además eso se negocie y pueda garantizarse, no habrá paz en Colombia. Es un asunto de asimetría social, económica y existencial, que están en la mente de un grupo que quiere tener el control de los demás y verlos como inferiores, perversos y cosas indeseables, apenas tolerable su existencia, sin más derecho que a sobrevivir como puedan, esto de entrada, créame que no es tolerable, y en Colombia hay mucho de rebeldía justificada, de reclamos moribundos que se han hecho violentos, y por desgracia mezclado con terrorismo. Debe haber un momento cuando nos sentemos a hacer un pacto nacional por la supervivencia de este País. Gran parte de los ricos en su mayoría deben reconocer que se han acumulado tantas riquezas del erario público provenientes de toda suerte de manejos con el dinero de los contribuyentes; la clase dirigente debe entender que todos los asociados, sin exclusión de raza, sexo, condición política, religiosa, social y económica tienen derechos a conducir y construir al más alto nivel los destinos de la nación (teniendo las competencias). Es necesario un pacto nacional, que todo colombiano sea sincero, y realmente diga en qué País quiere vivir, y se deje claro el sacrificio equitativo y proporcional que corresponde hacer a cada grupo social. 
Roguemos al Dios del cielo que nuestros modelos mentales sean contextualizados con la realidad y cambien a favor de la paz de Colombia. 
Solo un replanteamiento de los valores y una consideración del ser humano con todos sus derechos los dará el punto de partida para lograr la paz, o al menos convivir en la diferencia, y respetar los valores más elementales.