3.10.2014

Día de la mujer… ¿para celebrar o para reflexionar?

“La mujer es la compañera del hombre, dotada con la misma capacidad mental... 
Si por fuerza se entiende poder moral, entonces la mujer es infinitamente superior al hombre...
Si la no violencia es la ley de nuestro ser, el futuro está con las mujeres...” Mahatma Ghandi.
El Día Internacional de la Mujer se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. En la antigua Grecia, Lisístrata empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra; en la Revolución Francesa, las parisienses que pedían “libertad, igualdad y fraternidad” marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino.
La idea de un día internacional de la mujer surgió al final del siglo XIX, que fue, en el mundo industrializado, un período de expansión y turbulencia, crecimiento fulgurante de la población e ideologías radicales.
Fecha no sólo para reconocer a todas las mujeres de este país por el talante, ahínco y perseverancia que las ha caracterizado, como el caso también de la heroica Policarpa Salavarrieta, una mujer que hizo historia por su carácter y resistencia contra la colonia española y que contribuyó a la independencia de Colombia.
El sentido de esta fecha se transforma por acción del mercado y de la publicidad y pierde así su origen histórico, social y político, para ser reducida a un día para la entrega de regalos, chocolates y flores, que los hombres ofrecen para adular y coquetear; estímulos y presentes que las mujeres reciben sin reflexionar. Sin duda, esta es una fecha propicia para discutir sobre la situación de miles de mujeres colombianas, cuyas flores, cuando las hay, sólo son recibidas en la última morada.
Las mujeres han librado una verdadera revolución cultural a lo largo del corto siglo XX, y que esa revolución ha sido silenciosa: no han necesitado apretar gatillos para sacudir rígidas estructuras sociales, sino que se ha tejido poco a poco en la cotidianidad y en la intimidad. Pasar de tener diez o más hijos a tener tres, dos, uno o ninguno, es decir, ejercer derecho sobre el cuerpo, el sexo y la reproducción, ha traído, sin duda, cambios estructurales y culturales en las sociedades contemporáneas. No obstante, el camino que las mujeres han tenido que recorrer para lograr su plena libertad y autonomía, en tanto sujetos de derechos, todavía está lleno de obstáculos y quizás el mayor de ellos sea justamente la invisibilización de la mujer como un sujeto en igualdad de condiciones por los hombres en la vida social y política. Dicho desconocimiento se manifiesta en formas escuetas de agresión como el abuso sexual e incluso llega al asesinato, hoy en día reconocido como feminicidio.
En este caso, como en casi todos, las exiguas acciones de un Estado incompetente que no consigue garantizar las condiciones de una vida digna, una vida que merezca ser vivida, para cientos de mujeres pobres, desplazadas, acosadas, ultrajadas y, finalmente asesinadas, que desfilan por las estadísticas oficiales como un dato más. Por eso y por tantos casos más de mujeres anónimas en los principales polos urbanos del país, como en sus abandonados rincones rurales, y por las luchadoras sociales en el norte del Valle, en la zona del Urabá, en Barrancabermeja, las maestras, las obreras, las desplazadas, las madres jóvenes, las abuelas solitarias y tantas otras más, una Día de la Mujer no es un día de fiesta ni celebraciones. Es un día de conmemoración y de reconocimiento sobre el lugar de la mujer en nuestra sociedad, para que algún día, ojalá nuestras hijas y nietas, puedan celebrar la vida que se puede gestar en el vientre femenino y no sea necesario destinar una fecha precisa para las mujeres, pues ellas habrán alcanzado el estatus pleno de seres humanos en condiciones de libertad y equidad. 
¡Feliz Día a todas las mujeres!