12.21.2009

El periodista colombiano enfrenta un total riesgo con la vida

Los periodistas necesitamos apostarle, como lo hacen otros gremios de la sociedad, a que sea posible la paz en Colombia. Todas nuestras actividades están orientadas a fortalecer el periodismo colombiano.
Creemos que podemos jugar un papel muy grande, en tanto que somos los que llegamos al gran público. Si logramos que la sociedad entera logre entender mejor lo que nos ocurre en medio de un conflicto armado y todas las consecuencias y el impacto de éste en la sociedad, en esa medida podremos ayudar a transformar la nación.
La complejidad del conflicto armado nos obliga a documentarnos de una forma más precisa y más equilibrada. Colombia está atravesada por fenómenos de corrupción, narcotráfico, por una guerrilla de más de 50 años, por el maligno fenómeno del paramilitarismo. Estos son los fenómenos a los que un periodista colombiano se tiene que enfrentar a diario.
Si los periodistas conocen y entienden estas nociones dentro del contexto de Colombia, sabemos que pueden entregar una mejor información a la sociedad. Con ello, esa sociedad se verá comprometida a comprender y participar en las grandes decisiones de transformación que requiere el país.
A lo mejor, lo primero que debe saberse en el exterior es que Colombia es un territorio geográficamente amplio cuyas riquezas han hecho que los recursos se conviertan en presa de trofeo de los más distintos actores armados. En este panorama es donde se sitúa el conflicto. Por eso un periodista del campo vive el conflicto mucho más intenso que aquel que vive en las grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla.
Allí en los municipios insertos en el conflicto armado, muchos periodistas han optado por callar, porque si alguien entrevista a un guerrillero para aclarar un hecho cualquiera, los paramilitares lo catalogan como cercano a sus contradictores. Y si el periodista lo hace con los paramilitares, la guerrilla lo acusa de ser aliado de los paramilitares. A eso se suma el Estado que entra a dudar de la seriedad del trabajo del comunicador. Estamos en medio de muchos juegos cruzados en donde la gran sacrificada es la verdad.
Ni el Estado colombiano ha sido un pleno garante de la protección del periodista, ni las empresas respetan los derechos laborales. Cada mes el Comité de Protección de Periodistas, un ente independiente, analiza el caso de unos 30 periodistas amenazados, uno por día. En la débil situación de la democracia colombiana, es necesario un acompañamiento de Alemania y la Unión Europea. Si la prensa se debilita, es menor la garantía de construcción de una democracia.
Hay una falla del Estado que ha permitido que el gremio esté absolutamente desprotegido laboralmente, y otra de la casa editorial que debería sentirse moralmente responsable de apoyar a su regreso al periodista que sale del país, porque el trabajo que producía para su medio lo hizo blanco de amenazas. El reportero se salva temporalmente al exiliarse, pero muchas veces esa salida es su muerte profesional, porque vuelve, y su puesto no solo no está disponible, sino que él mismo se convierte en un leproso que la sociedad rechaza porque puede ser amenazado de nuevo.