12.21.2015

Que el nacimiento del Niño Jesús no sea solo un cuento de Navidad, permitamos que se albergue en nuestros corazones

Hace muchos, muchos años, Dios mandó al arcángel Gabriel a visitar a María, una dulce doncella judía. Gabriel tenía un mensaje para María: “Vas a tener un hijo y se llamará Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y reinará para siempre”.
¿Cómo puede ser? - preguntó María si no he estado con ningún hombre, y el Arcángel le dijo que aquel niño era el hijo de Dios.
María estaba prometida con un carpintero de nombre José, quien al principio no creyó la historia de María y el bebé que llevaba dentro. Sin embargo, el Ángel se le apareció en sueños y le contó lo sucedido. Desde entonces decidió estar al lado de María.
La Virgen María y San José llegan a Belén, lugar de nacimiento de Jesús: María y su marido José iban camino de Belén tal y como había ordenado César Augusto. José iba caminando y María, a punto de dar a luz a su hijo, sentaba en un burro.
A su llegada a Belén, María y José buscaron un lugar para alojarse, pero llegaron demasiado tarde y todos los mesones estaban completos; finalmente, un buen señor les prestó su establo para que pasaran la noche.
José juntó paja e hizo una cama para su esposa, lo que ninguno de los dos imaginaba antes de trasladarse ese día a Belén es que era el momento de que naciera Jesús.
Y así nació Jesús, en un establo, y su madre, la Virgen María, le colocó sobre un pesebre, el lugar donde se ponía la comida de los animales. Al caer la noche, en el cielo nació una estrella que iluminaba más que las demás y se situó encima del lugar donde estaba el niño.
Muy lejos de allí, en Oriente, tres sabios astrólogos llamados Melchor, Gaspar y Baltasar, sabían que esa estrella significaba que un nuevo rey estaba a punto de nacer. Los tres sabios, a los que conocemos como Los Tres Reyes Magos, fueron siguiendo la brillante estrella hasta el pesebre de Belén para visitar a Jesús.
Cuando llegaron a su destino, Melchor, Gaspar y Baltasar buscaron el pesebre y le ofrendaron al Niño: oro, incienso y mirra. Al poco de nacer, el rey Herodes, atemorizado por la noticia de que había nacido el hijo de Dios, mandó matar a todos los bebés. María y José huyeron a Egipto y volvieron tiempo después, cuando Herodes murió. Se instalaron en Nazaret y allí pasó su infancia Jesús.
Hoy en día, de la misma forma que Los Reyes de Oriente llevaron regalos a Jesús, la noche del 24 de diciembre Papá Noel, y la noche del 5 de enero los Reyes Magos, llevan regalos a todas las casas para conmemorar el nacimiento del Niño.