5.28.2012

El matoneo, responsabilidad de la sociedad colombiana


Colombia es uno de los países del mundo que presenta los más altos niveles de ‘matoneo’, intimidación escolar o ‘bullying’. Se trata de un problema que siempre ha existido y que sólo ahora, por lo menos en el país, comienza a prender las alarmas en hogares y colegios. Las denuncias de las últimas semanas sobre diversos casos, han encendido la hoguera.
El problema se está haciendo cada vez más evidente porque desde los mismos colegios, y en ocasiones en los hogares, se están trabajando métodos que permiten detectarlo, prevenirlo y tratarlo con mayor facilidad.
“El bullying no ha aumentado, lo que pasa es que ahora hay instrumentos muy claros para medirlo. Siempre ha existido la agresión, pero ha cambiado la manera en que nos estamos acercando a ella y estamos entendiendo la importancia de mantener las relaciones positivas”.
El problema va más allá del eco que puedan generar los casos particulares que se han conocido por estos días en los medios de comunicación. Un reciente estudio de la Universidad de los Andes indica que en Colombia 1 de cada 5 estudiantes han sido víctimas del llamado ‘bullying’.
Con estas cifras, es importante resaltar que el ‘matoneo escolar’ no se queda en la agresión constante de un estudiante ‘dominante’ sobre otro ‘dominado’, sino que genera secuelas en los implicados y en quienes están cerca.
Enrique Chaux, especialista e investigador de la Universidad de los Andes, explica que aunque no es común que la intimidación escolar lleve a extremos fatales como el suicidio, ésta problemática sí deriva de manera frecuente en desórdenes graves como depresión, ansiedad, inseguridad, actos de venganza violenta, bajo rendimiento académico y deserción escolar de las víctimas.
Agrega el académico que la problemática del ‘matoneo’ en las aulas no sólo afecta a la víctima del abuso, sino también al agresor, quien corre el riesgo de desarrollar aún más sus actitudes violentas e incluso una trayectoria criminal.
Se trata de un asunto que afecta también al entorno académico y familiar de sus protagonistas (víctimas y victimarios) por lo cual la primera estrategia para detener ese tipo de violencia, es el trabajo conjunto con ese círculo cercano.
“El bullying es una dinámica de grupo y solo se logra mejorar si se trabaja en grupo. Los cambios más profundos ocurren cuando los que están alrededor reconocen que eso no está bien y deciden frenarlo”.
El ‘matoneo’ entre niñas es silencioso, si bien es preocupante el hecho de que un niño ataque constantemente a otro, puede ser incluso más delicado cuando esta agresión se presenta entre niñas, pues las características especiales del género hacen que la intimidación sea más sutil y por lo tanto más difícil de detectar y de tratar.
La gente piensa que las niñas no se agreden, lo que pasa es que entre niños es más visible y más físico. Los ataques se dan de manera distinta en cada género y en las niñas esa agresión es sobretodo relacional, es decir, a través del chisme, hablando a las espaldas de la compañera que es víctima del abuso, excluyéndola del grupo de amigas.
Con niñas este problema ocurre de manera encubierta y muchas veces los adultos no notamos lo que está ocurriendo. Ellas lo hacen de manera soterrada y es muy difícil identificarlo. Entre niñas la agresión puede ser igual de dolorosa que la agresión física entre niños”.
Son muchas las razones por las cuales se presenta el Bullying entre las niñas y que muchos casos inician con los celos o la envidia que puede sentir la una hacia la otra.
Gladis Hernández es una docente que lleva 30 años ejerciendo su profesión y atendiendo de manera independiente problemas de convivencia escolar. Cuenta esta profesora que es muy común ver en su consultorio problemas de matoneo entre niñas en los que la víctima es precisamente objeto de celos y por lo tanto de burlas, exclusión y ataques por parte de sus compañeras.
“Los casos más comunes de ‘matoneo’ en grupos de niñas tienen que ver con que una de ellas sea más atractiva físicamente, lo cual la convierte en blanco de las agresiones. También se da que las amigas de la agresora se meten en el juego, con ofensas verbales, apodos o miradas. A ellas les da miedo agredir físicamente por el miedo a ser expulsadas o que se evidencie vandalismo”.