3.24.2010

El teléfono celular, una necesidad, esclavitud o instrumento de trabajo

Hace años, la designación teléfono móvil resultaba un tanto irónica, pues, a causa del peso de las baterías, solo podían moverlo los fortachones o quienes lo tuvieran instalado en su vehículo. De hecho, era más grande que una caja de zapatos y costaba miles de dólares.
Pero en la actualidad existen 1.350 millones de teléfonos celulares, y en algunos países los posee la mitad de la población, dado que caben en la palma de la mano e incluso llegan a distribuirse sin cargo alguno. El diario australiano The Bulletin asegura que “el número de estos aparatos casi iguala al de televisores y computadoras personales juntos”. En efecto, en una veintena larga de países hay ya más teléfonos móviles que fijos. De ahí que un experto del ramo no solo los califique de maravilla técnica, sino de “fenómeno social”.
¿Qué efecto tienen estos teléfonos en la sociedad? ¿Son una bendición o una maldición?
La creciente difusión del celular constituye un negocio redondo para muchas compañías. Una de las principales indicó que “la telefonía móvil es el mayor segmento del mercado de la electrónica de toda la historia”. Es decir, ningún otro instrumento electrónico ha movido nunca tanto dinero.
Por poner un ejemplo, de los 20.000.000 de ciudadanos con que cuenta Australia, más de quince millones poseen celulares. En un solo año, los clientes de una de las numerosas compañías telefónicas de este país realizaron con ellos 7.500 millones de llamadas. A nivel mundial, la industria de las telecomunicaciones mueve anualmente miles de millones de dólares en el apartado de la telefonía móvil. Se comprende, por tanto, que el mundo de los negocios considere al celular una bendición.
La mayoría de los mensajes que se intercambian por este medio ultramoderno no se basan en la voz, sino en la escritura. Así, en lugar de hablar al micrófono, cada vez más usuarios, sobre todo jóvenes, recurren al teclado para enviarse mensajes de texto, pues resultan bastante más económicos. Sin embargo, dado que hay que introducirlos con los botoncitos del celular, ha surgido un lenguaje en el que se abrevian las palabras valiéndose de letras y números. A pesar de que redactar y teclear es considerablemente más incómodo que conversar, cada mes se envían y reciben 30.000 millones de mensajes en todo el mundo.
¿De qué tratan estas misivas? Según un estudio británico, un 42% de los usuarios de 18 a 24 años las utilizan para coquetear; un 20%, para concertar citas románticas de forma moderna, y un 13%, para romper una relación.
Pese a la utilidad del teléfono móvil en la vida social y los negocios, muchos empleados no lo consideran una bendición, sino un grillete que los encadena a la empresa. De acuerdo con un sondeo, el 80% de los agentes publicitarios y el 60% de los trabajadores de la construcción se ven en la obligación de estar siempre localizables, sea para sus jefes o para la clientela. La presión que siente el usuario de responder a las llamadas sin importar dónde se encuentre ni qué esté haciendo, ha dado lugar a lo que un investigador denomina “cultura de las interrupciones”. A raíz de ello, los ingenieros han preparado un material de construcción destinado a restaurantes y salas de espectáculos que bloquea las señales de los celulares.
Aunque lo acompañe la controversia, el teléfono móvil ejerce un profundo impacto económico y social. Como otros de sus parientes electrónicos, el televisor y la computadora, tiene el potencial de ser un esclavo o un tirano, una bendición o una maldición. La diferencia está, literalmente, en manos del usuario.

3.15.2010

A toda costa, pero hay que llegar al poder

Como es costumbre en época electoral, en Colombia las paredes, las calles, los postes, las vallas, los carros, los buses, los taxis, los colectivos, las ventanas, las puertas y cuanto rincón existe tienen ya un afiche publicitario de alguno de los aspirantes políticos. Tanto los candidatos a la presidencia como los que buscan una curul en nuestro honorable Congreso de la República, también asedian cada vez más a los medios de comunicación masivos y locales con sus reclamos para que figuren en su parrilla de programación o en la agenda del día.
La recordación en la mente del consumidor es uno de los objetivos más importantes de quienes quieren meterse, o repetir, el fascinante mundo del juego político. La captación de militantes justifica la utilización de cualquier medio, y las infaltables promesas están a la orden del día, todo con tal de aumentar aunque sea un poco más su popularidad en cada rincón del país.
Es tal el acoso que ejercen quienes quieren ser dueños por un par de añitos de la oficina de la Casa de Nariño o de una en el Capitolio Nacional que cuando se dan cuenta, su grupo de amigos ha superado las bases de datos de cualquier red social. Satisfacción es el sentimiento que invade sus corazones cuando logran llegar al escaño público que unos se olvidan de dónde vienen, otros olvidan para dónde van, algunos agitan la bandera del partido que un día dijeron y aseguraron no tocar, incluso hay quienes le venden el alma al ‘diablo’ con tal de tener su ratico de fama.
La amnesia, que suele caracterizar al pueblo colombiano, se apodera de las mentes de quienes un día, al comienzo de su carrera política, juraron ser fieles a la Patria, a la bandera y a la Constitución, tanto así, que las malas amistades recorren los pasillos de sus despachos ofreciendo dádivas por doquier. Lo sorprendente no es que ocurra, a eso lamentablemente (ya nos acostumbramos), sino que después de tantos años la historia no cambie, y como la desatención no puede anteceder los actos de un político, dichos regalos atavían la vida pública de nuestros respetados dirigentes.
Los ejemplos brotan de los expedientes empolvados que reposan en la Fiscalía o en las Altas Cortes, otros duermen en las mentes de quienes se resignaron a vivir en medio de la eterna corrupción. Pero los galanes de estas novelas, lo digo como para no obviar nuestro pasado y presente cultural, también padecen de los acosos de la justicia, si se le puede llamar así, y con sigilo se escabullen de quienes los quieren exponer en el paredón. Pero dicha justicia llega, cojeando pero llega, y trata de aplicar la imparcialidad y los aprende al final de un camino que parecía infinito.
Lo cierto del caso es que la trama del asedio se da por todos lados y no deja muñeco sin cabeza. Termina siendo un juego del que pega primero pega dos veces y buscan a como de lugar, protagonizar en la opinión pública para ser recordados, así sea porque inundaron las calles de carteles con publicidad política pagada.

3.08.2010

La problemática de la educación superior en el sector público

La política de la Revolución Educativa, impulsada desde 2002, ha ocasionado la peor crisis de la Universidad pública en la historia de Colombia. En materia financiera se han recortado paulatinamente sus recursos, forzando a la autofinanciación de cada uno de los establecimientos educativos mediante el incremento de las matrículas, la venta de servicios, obligando a concurrir con su presupuesto al pago del pasivo pensional e incrementando la cobertura sin recursos suficientes para solventarla. Prueba de ello son: el déficit financiero que alcanza la suma de $500.000 millones de pesos y el informe del Contralor General de la República, quien afirmó que, las transferencias del Gobierno a las Universidades públicas llegaban en el 2000 a 1,73 billones de pesos y una década después apenas suman, a precios de 2009, unos 1,6 billones. A esto se suman los recientes pronunciamientos de los 32 rectores que integran el Sistema de Universidades Estatales, SUE. Según ellos, es necesario un aumento mínimo en la base presupuestal del 16.3%, que implica, de una parte la inflación proyectada para el 2010 que es del 4%, y en compensación a la ausencia de financiación estructural que padece la universidad pública, un incremento del 12.3% que corresponde al 3.3% del ajuste del IPC del año 2008 y 9% del incremento a la base presupuestal. Es inconveniente para los intereses de la universidad, que esos recursos sean manejados por el Ministerio de Educación Nacional, MEN o por el Instituto Colombiano de Crédito y Estudios Técnicos en el Exterior, ICETEX.
Se requiere de inmediato una solución estructural a la crisis presupuestal de la educación superior pública, lo cual requiere un estudio concienzudo sobre su situación real, el Estado es el único responsable de la plena financiación de las Universidades Públicas. Sólo de esa manera se garantiza una educación de alta calidad y de excelencia académica, conforme a las necesidades de progreso y bienestar de la población colombiana, que garantice el acceso de los sectores más pobres y excluidos, y cuyos proyectos de investigación se destinen a solucionar los profundos problemas sociales del país.
Al recorte de presupuesto se suma la degradación de la calidad académica de la universidad pública. Esto obedece al proceso de adecuación del país a los requerimientos de la globalización económica, que ha traído como consecuencia la reducción de la duración de las carreras, la flexibilización curricular, la sobre carga laboral para profesores y trabajadores, la formación e investigación al servicio del mercado y la configuración de los programas en competencias académicas, ciudadanas y laborales. De esta manera se han negado dos pilares de la educación pública: la autonomía universitaria y la libertad de cátedra.
Para implementar esta política educativa, se han recortado de manera sistemática y generalizada los derechos y las libertades democráticas. Ante las legítimas exigencias de los estudiantes en defensa de la universidad pública los derechos a la movilización, a la protesta, a la asociación han sido fuertemente reprimidos, la universidad colombiana debe ser un ejemplo en el respeto, en la protección y en el cumplimiento del conjunto de los derechos humanos.
Es imperiosa la necesidad de incrementar la base presupuestal de las Universidades Públicas, esto sólo sería un paso para iniciar el proceso de lograr una educación superior pública plenamente financiada por el Estado.

3.02.2010

El problema es el interés expansivo revolucionario de Hugo Chávez

Venezuela, que siempre fue aliada y suministradora segura de petróleo a EEUU durante la Segunda Guerra Mundial, en Corea y en el conflicto del Medio Oriente, en este momento es considerada como un enemigo de los intereses norteamericanos. Mientras tanto, Colombia ha fortalecido su alianza política y militar cerrada con ese país. De manera que en este momento un enfrentamiento entre Venezuela y Colombia no es solo entre dos países, sino de Venezuela contra Colombia y Estados Unidos. Por eso el Alto Mando Militar debe tener en cuenta esta situación, evitar la creación de tensiones y buscar la solución pacífica de los problemas. De lo contrario se podría generar un conflicto que no estaría limitado en el tiempo y en el espacio por la insuficiencia de recursos bélicos, como habría ocurrido en el pasado porque Colombia podría sostenerse indefinidamente debido a que su capacidad se multiplica por el apoyo norteamericano. En estos momentos, dada la alianza militar entre Colombia y EEUU, Venezuela carece de capacidad militar para una situación planteada en tales términos. Por eso debe evitar la confrontación a través de una política prudente que disminuya las tensiones y busque la manera de resolver conflictos que surgen de manera natural, por la vía pacífica, la negociación y el acuerdo.
Ahí está el riesgo porque son los pueblos los que están sufriendo las consecuencias de esta situación, tanto quienes viven del lado colombiano, en el Norte de Santander, como los tachirenses que están de este lado de la frontera. Para Chávez es tremendamente complicado que la frontera esté controlada por quienes considera sus enemigos políticos, porque eso le impide influir de manera determinante y con las manos libres, en la política colombiana.
Ese es el problema cuando no hay medios pacíficos para la solución de los conflictos, éstos pueden escaparse de las manos, y en este punto el Alto Mando Militar debe darse cuenta de que es el responsable de la soberanía nacional y evaluar el problema de manera objetiva. La relación estratégica que existía entre Colombia y Venezuela ha variado, antes ambos países tenían una capacidad militar similar que evitaba la ocurrencia de conflictos, los cuales, de producirse, contaban con la neutralidad de EEUU. Ahora eso ha cambiado con la política exterior equivocada de Chávez y su enfrentamiento exagerado con Estados Unidos.
La presencia norteamericana masiva de militares en las bases no representa una amenaza contra Venezuela, excepto si surge un enfrentamiento entre Venezuela y Colombia. Pero suponer que esa presencia militar va a poner en peligro la revolución bolivariana es una exageración del Presidente Chávez que no tiene sustento en la realidad. Tanto la Cuarta Flota como las bases en el Caribe son suficientes para intervenir contra Venezuela si ese fuera el caso. Por tanto el objetivo de las bases en Colombia, es la lucha contra el narcotráfico, tal como lo han indicado las fuerzas militares y el Presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez.