1.18.2010

Reelección presidencial y cuantioso gasto del dinero público

El inicio de año trae consigo el desarrollo de un proceso electoral de vital importancia para el futuro del país. No sólo sabremos si nos dirigimos hacia un excesivo presidencialismo, con la posibilidad de una nueva reelección, también sabremos cómo se recomponen los liderazgos políticos en las regiones del país que fueron azotadas por los vínculos entre grupos ilegales y sectores políticos.
La importancia de los procesos electorales que se desarrollarán en el primer semestre del año 2010 es evidente. Por ello, tal vez como en ningún proceso electoral anterior, las garantías con las que se desarrollan. El debate al respecto ha empezado y durará hasta que se desarrollen los comicios presidenciales el próximo 30 de mayo. De una parte, tal vez obligado por su condición, el Ministro del Interior afirmó tajantemente que las garantías de las elecciones están completamente dadas. Por otra parte, el Registrador hizo saber a la opinión pública que requiere de una suma millonaria para poder garantizar que en las elecciones no se comentan fraudes y el Procurador afirmó que las campañas de candidatos pueden ser infiltradas por grupos armados ilegales, reeditándose así el fenómeno de la parapolítica. Han empezado las declaraciones encontradas, las citadas son particularmente preocupantes porque se dan entre las autoridades nacionales. Este tipo de situaciones no auguran un buen desarrollo del proceso electoral ya que generan confusión entre la ciudadanía, si esta controversia entre autoridades fuese poco, también se debe tener en cuenta que la incertidumbre sobre la posible reelección presidencial no ayuda a aliviar la zozobra al respecto.
En dicho sentido no son acciones que ayuden a aliviar la falta de garantías las constantes propuestas irreales y jurídicamente irrealizables que pretenden viabilizar la realización del referendo. Ejemplo de ello sería aplazar la fecha de la realización de las elecciones presidenciales o solicitarle a la Corte que produzca un fallo modulado sobre el referendo. Aunado a la terquedad de los sectores que apoyan al gobierno que muestran estas propuestas, por cómo se encuentra el espectro político hasta el momento, ningún candidato que pretenda retomar las banderas de la coalición de gobierno estará en verdadera libertad de desarrollar su campaña sino después de un eventual, pero aún posible, rechazó del referendo.
Más allá de la conveniencia o inconveniencia de una nueva reelección, que obviamente es un tema que merece y necesita una profunda reflexión, este proceso electoral se ha caracterizado por girar en torno a sólo un interrogante: ¿podrá el Presidente de la República aspirar a un nuevo período? Poco se sabe de las demás propuestas de los candidatos presidenciales. Esta situación afecta negativamente el debate para el cargo más importante en el país. Sin embargo, el otro proceso electoral también acusa falta de garantías. Esta vez no para los candidatos sino, más preocupante aún, para los ciudadanos. Es indignante que el país no haya aprendido de los errores del pasado. Nos dirigimos hacia un proceso electoral con básicamente las mismas reglas con las que se produjeron en las últimas dos elecciones (2002 y 2006) que fueron incapaces de evitar los fraudes electorales, declarados por el Consejo de Estado, y que no fueron suficientes para sancionar las conductas de aquellos que se aliaron con grupos armados ilegales.
Las campañas electorales para el Congreso de la República que empezarán a buscar el apoyo ciudadano tan pronto inició el año, siendo marcadas por el pasado que busca reeditarse.