Un duro golpe sufrió el Gobierno Nacional al romperse las mayorías de las que hasta hace poco hacia gala en el Congreso, con la integración de las nuevas mesas directivas para la legislatura 2009-2010; dejando en evidencia que no pudo lograr la consolidación de los pactos de gobernabilidad de la coalición en un equivocado manejo parlamentario, adjudicado a los ministros del despacho.
Esta vez los grupos minoritarios se rebelaron buscando la representación a la cual no habían tenido acceso durante los períodos anteriores, causando lo que muchos analistas políticos han llamado "un fuerte terremoto político" que arrasó con los pactos burocráticos tanto de los amigos del gobierno como los de la oposición, lo que ha puesto en peligro la segunda reelección del Presidente Uribe, la reforma tributaria para la seguridad democrática, entre otros proyectos de la agenda legislativa.
Un antecedente de la crisis es el empantanamiento en que entró el trámite para la aprobación del referéndum reeleccionista, dado que algunos sectores de la coalición de gobierno se venían pronunciando en contra de la iniciativa. Otro aspecto, es la aspiración presidencial de uno de los socios de la coalición que finalmente propició un acuerdo de sectores de oposición e independientes que posiblemente pesará a la hora de conformar las coaliciones hacia el próximo debate electoral.
No obstante, algunos consideran que no hay que hacerse ilusiones con la llegada de dos opositores a las presidencias de las cámaras legislativas sin herramientas políticas y presupuestales, puestos que éstas pueden ser esgrimidas por el ejecutivo e intentar un reacomodo de fuerzas y evitar que en su último año de mandato sea un convidado de piedra dentro de sus "propias mayorías".
En este escenario donde ha campeado la corrupción, con un alto porcentaje de actores señalados por la justicia y por la opinión pública, amparados por la impunidad; ésta elección parlamentaria, estaría demostrando un saludable cambio de rumbo político, donde otras opciones pueden proyectarse en el ámbito nacional y producir los cambios que reclama la verdadera democracia.
Esta vez los grupos minoritarios se rebelaron buscando la representación a la cual no habían tenido acceso durante los períodos anteriores, causando lo que muchos analistas políticos han llamado "un fuerte terremoto político" que arrasó con los pactos burocráticos tanto de los amigos del gobierno como los de la oposición, lo que ha puesto en peligro la segunda reelección del Presidente Uribe, la reforma tributaria para la seguridad democrática, entre otros proyectos de la agenda legislativa.
Un antecedente de la crisis es el empantanamiento en que entró el trámite para la aprobación del referéndum reeleccionista, dado que algunos sectores de la coalición de gobierno se venían pronunciando en contra de la iniciativa. Otro aspecto, es la aspiración presidencial de uno de los socios de la coalición que finalmente propició un acuerdo de sectores de oposición e independientes que posiblemente pesará a la hora de conformar las coaliciones hacia el próximo debate electoral.
No obstante, algunos consideran que no hay que hacerse ilusiones con la llegada de dos opositores a las presidencias de las cámaras legislativas sin herramientas políticas y presupuestales, puestos que éstas pueden ser esgrimidas por el ejecutivo e intentar un reacomodo de fuerzas y evitar que en su último año de mandato sea un convidado de piedra dentro de sus "propias mayorías".
En este escenario donde ha campeado la corrupción, con un alto porcentaje de actores señalados por la justicia y por la opinión pública, amparados por la impunidad; ésta elección parlamentaria, estaría demostrando un saludable cambio de rumbo político, donde otras opciones pueden proyectarse en el ámbito nacional y producir los cambios que reclama la verdadera democracia.
