5.21.2010

La triste realidad de nuestros antepasados indígenas

Para los indígenas desde 1.492, se inició una permanente lucha por la vida y ya no se pudo pensar la cultura en su totalidad, pues la vida se volvió una constante lucha por sobrevivir, en una guerra que al comienzo fue por los metales preciosos, oro, plata, esmeraldas, cobre, después por la tierra, petróleo, esmeraldas. Hoy la guerra se sigue dando por la tenencia de la tierra, la biodiversidad y la mucha agua que tiene Colombia.
Esa historia que se dio pero no se escribió, y si se escribió fue de manera general ocultando la terrible verdad. Pero lo más grave de esta historia es que casi nunca se dio a conocer si no hasta ahora y de manera muy general, mucho tiempo después de acaecida, donde la sociedad tras cinco siglos ha olvidado lo que sucedió y aconteció desde hace 518 años para acá, en contra de los indígenas y de la tierra.
Es tan grande… amarga y tan horripilante… según lo narra la historia, refiriéndose a lo que sucedió con los indígenas hace 518 años… que de manera triste recordamos:
“Entre éstas, fue particularmente impresionante el recuerdo que se hizo, de cómo diversos historiadores relatan que los españoles utilizaban perros feroces y especialmente amaestrados, para lanzarlos en horrorosas cacerías de indígenas, a los que destrozaban a dentelladas. Pero según la historia, no solo azuzaban a los perros contra los indígenas, sino que, además, alimentaban a las bestias con los cadáveres destrozados, para que adquirieran el hábito y el gusto de tan horrendas matanzas”. En tres siglos, el cerro rico de Potosí quemo, según Josías Conder, ocho millones de vidas. Los indios eran arrancados de sus comunidades agrícolas y arriados, junto con sus mujeres y sus hijos, rumbo al cerro. De cada diez que marchaban hacia los altos paramos helados, siete no regresaban jamás. Luis Capoche, que era dueño de minas y de ingenios, escribió que, estaban los caminos tan cubiertos de indios, que parecía que se mudara todo el reino. En las comunidades los indígenas habían visto volver…volver muchas mujeres afligidas sin sus maridos y muchos hijos huérfanos sin sus padres y sabían que la mina los esperaba mil muertes y desastres.”
“Los españoles batían ciento de millas a la redonda, en busca de mano de obra. Muchos de los indios morían por el camino, antes de llegar a Potosí. Pero eran las terribles condiciones de trabajo en la mina las que más gente mataban. El fray Domingo de Santo Tomas, denunciaba al consejo de indias, en 1.550, a poco de nacida la mina, que Potosí era una “boca del infierno”, que anualmente tragaba indios por millares y millares y que los rapaces mineros trataban a los naturales como a “animales sin dueño”. “Y lo que se pensaba, era que los indígenas de América No eran hombres, sino bestias; que no tenían alma; que en ellos la maldad era natural, que eran judíos, enemigos de Jesucristo; que estaban tan abajo en la escala humana, que no les era posible recibir la fe; que el Papa Paulo III se había equivocado al declarar, en 1.537, que los indígenas eran “verdaderos hombres”. Si todo esto conforma la triste realidad, aquí antes y ahora, ¿Qué no podrá decirse de la ferocidad, de la bestialidad, del racismo desalmado, con que, hace 500 años se emprendió la aniquilación de América y el despiadado exterminio de los indígenas? Según la historia…antes de 1.492 en solo Colombia éramos varios millones. Hoy escasamente somos 1 millón doscientos mil indígenas que luchan contra toda las adversidades para no desaparecer.