10.05.2015

En el mes del artista nacional, aflora la incertidumbre salarial, de regalías y seguridad social

Es cierto que la Ley 881 de abril 13 de 2004 determina que en octubre se rinda homenaje a los artistas colombianos y ordena que durante el mes se promuevan los espectáculos y las exposiciones que expresen la creatividad y la autoría artísticas.
Además, esta ley corrige la errada consideración social de que sólo estimamos como tales a los cantantes, porque de manera expresa también incluye a todos quienes enriquecen nuestra cultura, exaltan la belleza y representan los sentimientos de Colombia: cantantes, músicos, compositores, bailarines, actores, pintores, escultores y autores de obras literarias.
Pero en una década de vigencia, todavía no empieza a cerrarse la brecha entre la realidad y la norma: sigue incierto el destino de los artistas.
Los festivales convocan al público a degustar la música y el folclor, pero pasado el jolgorio ocurre como cuando no se abona el terreno o no se vuelve a regar la semilla.
Nuestro país conservó el sentimiento artístico nacionalista, sin normas que lo pregonaran, cuando las cadenas radiales difundían el repertorio musical colombiano. Por eso en nuestra infancia se nos alegró el alma con pasillos, bambucos y guabinas.
¿Dirán esto mismo nuestros hijos en su vejez? Lo más seguro es que nuestros nietos nunca puedan identificar los ritmos de los años dorados de la música colombiana.
La Ley 881 de 2004 también adolece de fundamentos jurídicos que permitan exigir su cumplimiento; por ejemplo, en su artículo 4 le da la opción a las cadenas radiales y a los canales de televisión, para que “voluntariamente destinen espacios de difusión”.
Faltan leyes eficaces que garanticen a los artistas una vida digna y la seguridad social en su vejez.
De acuerdo a los artistas colombianos, durante muchos años se les ha incumplido en los aportes que por ley les debe entregar el ente recaudador en Colombia como es Sayco-Acinpro, lo cual no se ve reflejado en las altas sumas de dinero recaudado, frente a las limosnas que dan de manera inconstante; estas acciones son del pleno conocimiento del gobierno nacional, sin que exista pronunciamiento alguno que busque representar la dignidad de nuestros talentos, es como si nada les importara la situación económica y el llegar a una vejez sin ninguna clase de amparo social o económico.
Estas injusticias van más allá de lo planteado por los artistas nacionales, así por ejemplo, en las presentaciones de artistas internacionales en territorio colombiano, no se les tiene en cuenta para las actuaciones, y si lo hacen, el pago es una miseria, esto es deshonroso manifiestan los agremiados.
Para los actores no hay regulación de las jornadas laborales (que pueden extenderse hasta 16 horas diarias), ni sistemas de seguridad social (ellos mismos tienen que sufragar estos costos), ni honorarios justos, ni contratos estables. Los trabajadores del arte viven en la infamante situación del rebusque en la que se mueven, para vergüenza del país, otros sectores marginados de la sociedad.
Ahora bien, conseguir trabajo no es nada fácil. Lo corriente es permanecer vacante durante meses y más meses, o desempeñar papeles de poca monta. Si la telenovela repite su presentación, el actor no recibe regalías. La ley del embudo. Desde mucho tiempo atrás los actores vienen luchando por el reconocimiento de sus justos derechos, mientras gobernantes y legisladores se muestran de oídos sordos. Los “oídos sordos” se han convertido en un talante nacional.